Salí del coche lanzándome a los brazos de Liam. Él me apretó
con fuerza contra sí mismo. No decía nada, sólo acariciaba mi pelo dejándome
llorar sobre su abrazo.
Louis apareció por detrás rodeándome con sus brazos también
y besando mi mejilla.
-
Ya está pequeña, todo va a estar bien –me dijo.
-
Angela me ha dicho que está contigo, que te
quiere y que todo saldrá bien –me dijo Liam separándose un poco de mí.- No ha
podido venir porque sólo había tres plazas en el coche.
Busqué con mi mirada borrosa a causa de las lágrimas a
aquella tercera persona. Sabía quién era. Entonces por fin encontré su mirada.
Estaba parado a un par de metros frente a mí. Sonreí amargamente bajando mi
mirada y pronto sus brazos cubrían por completo mi cuerpo.
Lloraba ahora más que antes y sabía por qué era. No solo
echaba de menos a Zayn y pensar que había una pequeña posibilidad de que le
echase mucho más de menos en unos días, sino que también había echado de menos
esto, los abrazos de mi mejor amigo.
Me cobijé en su pecho dejando que las lágrimas saliesen de
mis ojos. Me sentía protegida como siempre que estaba con Harry.
-
Él va a estar bien –dijo y yo levanté un segundo
mi mirada.
Retiró unas cuantas lágrimas de mi cara y sonrió levemente.
-
Lo siento –dijo. Por primera vez lo sentía de
verdad, sentía que esas son simples palabras eran sinceras.- ¿Por qué siempre
eres tú la que me confunde para después abrirme los ojos? –solté una pequeña
risa inevitablemente.
-
¿Amigos como siempre? –sonrió ahora él.
-
Mejores amigos, ya lo sabes –le apreté contra mí
mientras me volvía a esconder en su pecho.
Entramos por fin en el aeropuerto. Me separé un poco de mis
amigos y me senté pesadamente sobre un asiento, Liam se colocó a mi lado en
silencio. Era lo que necesitaba, apoyo, pero también poder estar calmada, sin
nadie interrumpiendo mis pensamientos.
Pasaron unos minutos cuando Harry se acercó a nosotros.
Levanté mi mirada encontrándola con la suya, tenía algo que decir.
-
Acaban de informar de que han abierto el avión
por fin y van a ir saliendo los pasajeros lentamente –asentí intentando ocultar
mi nerviosismo y mi miedo. Harry me tendió una mano para levantarme y caminar
hacia la puerta a esperar.
Mis ojos estaban inundados en lágrimas pero evitaba
soltarlas. La pequeña espera se me hizo eterna hasta que las puertas se
abrieron. Primero sacaron a tres pasajeros en camillas, quienes estaban
inconscientes. Intenté mirar por allí para ver si Zayn era uno de ellos. Con
miedo me acerqué un poco pero no me dejaron ver nada así que tuve que esperar a
que con la mayor suerte del mundo Zayn saliese por esa puerta.
Agarré todo el aire que pude mirando las caras a cada
pasajero que salía. Me fijé en todos ellos, algunos lloraban, a otros se les
notaba el miedo en sus rostros, otros salían aliviados por estar vivos y luego
estaba él. Sí, era él. Zayn. Pasaba su brazo por encima del hombro de un hombre
de unos cuarenta años mientras hablaba bastante tranquilo con él.
Una sonrisa se dibujó en mi cara y sentí que mi corazón
explotaría. Varias lágrimas ahora de felicidad cayeron por mi rostro y corrí
hacia él. Él me miró y sólo se quedó quieto sonriendo. Esa sonrisa que me
causaba la mayor paz y el mayor placer del mundo.
Me tiré a sus brazos y le apreté contra mí pero entonces él
se desestabilizó un poco agarrándome con una mano por la espalda y apoyando la
otra en el hombre que había salido con él.
-
¡Ay! –exclamó.
Me separé un poco para mirarle y bajó su mirada a sus pies.
Uno de ellos, el izquierdo, lo llevaba vendado.
-
Tengo una fractura –abrí los ojos.
-
Lo siento cariño –le dije.
-
No te preocupes –dijo para acercarse a abrazarme
ahora con más cuidado. Buscó mi mirada y acercó con cuidado sus labios a los míos.- Te quiero.
- Te quiero -respondí para volver a besarle.Le ayudé a sentarse en uno de los asientos de la sala
del aeropuerto y todos los demás nos acompañaron.
Estuvimos un rato mientras él nos explicaba lo que había
pasado para luego volver por fin a la casa de Niall.
-
Me ha dicho el médico que iba en el vuelo que
debo estar dos días en total reposo –me informó tumbado ya en la cama de la
habitación.
-
¿No deberíamos ir a un hospital a que te mirasen
bien la fractura? –pregunté acariciando su cara sin dejar de mirar cada
milímetro de su piel.
-
Según él no hace falta, en el avión tenían un
buen servicio de urgencias y él parecía un buen médico. –Asentí.
-
¿Te duele mucho? –pregunté haciendo una mueca.
-
Ahora menos –contestó buscando mis labios en los
que una sonrisa acababa de aparecer.
-
Tuve miedo –le dije separándome un poco. Me
abrazó y ocultó su cara en mi cuello, entre mi pelo. Él también lo había pasado
mal, lo sabía.
-
Dije que nunca te dejaría –susurró y besó
repetidas veces la fina piel situada debajo de mi oreja. Mi piel se erizó y él
volvió a besar mis labios.
-
Duerme, necesitas descansar –le dije acariciando
su pelo pero él hizo una mueca.
-
Te necesito a ti –presionó sus labios suaves
sobre los míos.
Abrí mis ojos por la molesta luz que entraba por la ventana.
Era una luz muy clara debido al reflejo que causaba el sol sobre la nieve. Miré
a mi lado y Zayn seguía durmiendo así que me levanté a correr la cortina para que
pudiese seguir descansando.
Me metí en la ducha y cuando salí seguía durmiendo como una
marmota. Sonreí al verle y bajé a preparar algo de comer ya que era la una y
media, aunque no se despertaría aún.
-
¿Qué tal está? –me preguntó Louis que estaba en
la cocina.
-
Durmiendo tranquilo –le dije y sonrió.
-
¿No va a bajar al hospital?
-
No quiere, posiblemente baje yo para comprar
algún calmante o algo –dije.
-
¿En taxi? –me encogí de hombros.
-
Volando –se rió.
-
Voy contigo a ver si te nos pierdes –dijo
divertido.
-
Louis, me llevan –le contesté.
-
Da igual, así salgo un poco –me reí.
Llamamos a un taxi y en apenas un cuarto de hora había
llegado a la casa. Entré en la farmacia y me relajé al ver que el hombre
entendía bastante. Compré unas pastillas que me recomendó y una crema para
cuando el tobillo estuviese en mejor estado.
Volvimos a casa y preparé algo de comer, debía estar
hambriento y no podría bajar al salón.
Cuando volví a la habitación aún dormía como si no lo
hubiese hecho en siglos así que dejé la comida en la mesilla y bajé
sigilosamente para no despertarle.
Me dirigí a la cocina a por algo de comida para mí.
-
¿Amigos? –era la voz de Louis. Retrocedí un poco
y entorné la puerta para escuchar.
-
Ajá –asintió mi amigo.
-
¿No harás nada?
-
No sé qué quieres que haga –contestaba él.
-
Creí que te gustaba.
-
Me gusta, pero la quiero más como amigo.
-
Así que ¿nada?
-
Exacto –concluyó.
-
Pero la has mentido entonces –replicó Louis.
-
Tío, estás pesado.
Escuché como unos pasos se acercaban hacia la puerta y me
aparté un poco. Dejé que abriesen y sonreí al ver que Harry salía, me devolvió
la sonrisa y se hizo a un lado para dejarme pasar. A continuación salió Louis
intentando seguir interrogando a mi amigo. Suspiré dejando caer mi peso contra
la encimera.